Ahora que estamos en caída libre y parece que
es tiempo de reformas, vamos a tocar algunos temas difíciles. Grandes "pensadores" parece que se empeñan en
liberalizar la universidad, pero eso sí, sin renunciar ellos a una
plaza permanente de funcionario: "lo mio es mio y lo tuyo es de
todos".
Uno de los problemas estructurales y sistémicos de nuestro sistema laboral es la existencia de un mercado dual. Muy
simplificadamente, podemos hablar por un lado de un colectivo de
trabajadores relativamente protegidos -cada vez menos- y de otro de trabajadores altamente precarios. La Universidad es quizás uno de los mejores
casos para observar esta dualidad, tanto en el personal docente e
investigador (PDI), como en el personal de administración y
servicios (PAS). Es representativo y curioso que la mayor precariedad siempre se produzca en la administración pública (e.g., la concatenación de 20 años, por poner un número, de contratos anuales no da derecho a un contrato indefinido).
Nos centraremos en el
PDI, ya que es posiblemente el colectivo que mejor conocemos. En la Universidad
nos encontramos una estructura de PDI totalmente dual y quizás más
compleja que en otros sectores debido a las constantes reformas y
parches realizados a lo largo de los años (i.e., multitud de categorías laborales y funcionariales). Es
obvio que es un tema difícil, ya que los grupos de poder siempre
maniobran para no perder privilegios. A lo largo de los años se han ido modificando las leyes, gobierno tras gobierno, con parches que cada vez
empeoran la estructura laboral del PDI.
Si analizamos las categorías
básicamente podemos diferenciarlas en dos tipos: PDI permanente y
PDI no permanente. A su vez cada uno de ellos puede ser a tiempo
completo o a tiempo parcial. Dentro de los permanentes podemos
diferenciar dos grados de seguridad laboral, por un lado los
funcionarios con una mayor protección y por otro los laborales,
actualmente amenazados por el RD que permite EREs en las
administraciones públicas, por lo tanto con una menor protección.
Finalmente tenemos el colectivo más amplio de PDI en las
universidades que estaría compuesto por los PDI no permanentes,
normalmente compuesto por la gente más joven y conocidos habitualmente como precarios.
Si comparamos los recursos
destinados a las universidades con los de otros países de nuestro entorno, no cabe duda que tanto los resultados
que hemos obtenido a nivel docente como investigador son excelentes, posiblemente milagrosos.
Por otro lado, se debe dejar claro que el PDI es posiblemente el
personal de la administración pública que más evaluaciones constantemente pasa (e.g., encuestas de los alumnos, evaluaciones externas de investigación,
evaluaciones docentes, evaluaciones internas de cada universidad,
etc.). A pesar de todo ello se produce la extraña paradoja de que
un PDI con rendimiento y nivel académico científico superior que
otro puede tener un salario y una protección laboral muy inferior.
Esto que aquí puede parecer una excepción, en realidad es muy frecuente, y existen datos de las evaluaciones que lo corroboran. De
hecho los curriculum vitae (CV) de la mayoría de profesores son públicos y uno solo tiene
que comparar.
Los tres firmantes de este articulo somos un buen ejemplo de lo que estamos exponiendo aquí. Los tres tenemos un CV muy
similar, unos resultados docentes muy similares y ocupamos cargos de
responsabilidad muy similares, con evaluaciones internas por parte de
nuestra universidad de la calidad docente y de investigación muy
similares. Uno es funcionario permanente, el otro es laboral
permanente y el último es laboral no permanente. Todos hemos pasado multitud de concursos siempre abiertos (ninguno de promoción interna), pero ninguno de los tres
tiene el mismo salario ni la misma seguridad laboral, y a
ninguno de nosotros se le exige una mayor responsabilidad. Es más,
cuando las cosas no van bien los sacrificados en el modelo
universitario español siempre acaban siendo los mismos colectivos, con independencia de su rendimiento.
Hasta la fecha parece que no ha habido
voluntad política de simplificar y romper la dualidad de la
estructura laboral universitaria y eso provoca en la actualidad, como es
el caso de los lectores en Catalunya, que colectivos de PDI que se
demuestran de los más productivos de la historia universitaria estén a punto de ser despedidos,
o siguiendo la falacia política habitual "no renovados". Mientras
otros colectivos cobran entre tres y cuatro veces más sin
justificar su rendimiento, otros que justifican un alto rendimiento
son no renovados y perciben sueldos muy bajos.
Parece que últimamente en España
corren rumores serios de reforma universitaria. Pero mucho nos sorprendería que la sabiduría españolizadora de Wert nos
resolviera este modelo injusto. Hasta nos atrevemos a predecir que
posiblemente lo empeorará, produciendo un sistema laboral más
injusto e incrementando los privilegios de ciertos colectivos a
costa de la precariedad de otros (un clásico de la práctica del
poder en España).
La única esperanza para nosotros es que en Catalunya
se rompa con un problema clásico estructural español, y se opte por
un modelo propio de universidad que sea justo, equitativo, con una
suficiente seguridad laboral que asegure buenos trabajos de
investigación y buenos proyectos docentes, y con remuneraciones
acordes con el rendimiento y la responsabilidad en el puesto de
trabajo.